martes, 10 de noviembre de 2009

Recuerdos de la RDA.

Hace veinte años el muro que dividía Berlín fue destruido. Miles de personas golpeaban la larga muralla ejecutando lo inevitable. La ideología comunista había sucumbido después de 70 años ante el “demoníaco” capitalismo y su arma principal: el libre mercado.

Alemania – y el mundo- estuvieron divididos por esta pared. En Cuba solo conocíamos la parte oriental del muro. Era como una moneda que solo tenía cruz; al tirarla, siempre había una sola opción. A los alemanes de la RDA los asumíamos como más potables que los “bolos” (nombre caribeño que acuñamos a los rusos, perdón, quise decir soviéticos). Los programas televisivos que de ahí venían eran un poco más entretenidos. Recuerdo el famoso ballet de televisión de la RDA cuyo nombre era impronunciable y ahora para mi inescribible. Sus espectaculares bailarinas con plumas en la cabeza bailando música “moderna” en el característico idioma de los teutones. Su acoplamiento era deslumbrante, mas aún si lo comparábamos con el doméstico ballet de Cristi Domínguez y las hormigas locas del ICRT.

También recuerdo de uno de los lados del muro, a Marita Koch, una corredora rubia con cuerpo de negro. Lo digo en masculino para acentuar que su aún record vigente probablemente se debió al uso de sustancias prohibidas. Su cuerpo era una mezcla de Ben Johnson con la cabeza de Alicia Alonso. Aunque no se crea era igual de fea que la bailarina. Nunca he podido olvidar la estética pelambre de sus axilas.

Otra cosa que albergo en mis memorias sobre la RDA es el payaso Ferdinando. Creo que este artista fue una de las principales causas de la caída del muro. No recuerdo algo tan aburrido y tan poco ajustable al Caribe. Su mímica era una metáfora de la mordaza a la libre expresión que se usa en los regimenes comunistas. Los niños, tanto cubanos como alemanes, que fueron sometidos a su embrujo inevitablemente necesitaron romper un muro o subirse en una balsa.

Como última remembranza de la Alemania oriental, atesoro a las motos TZ. Eran la versión comunista de las Harley Davidson. Los cubanos que trabajaban en la RDA podían llevar a la isla estas flamantes motos. Hasta hoy son signo de estatus. Han pasado de manos trabajadoras a expertos jineteros o traficantes de todo tipo. En ellas más de una puta cubana ha recibido -en una de sus piernas- el caliente recuerdo del tubo de escape.

El muro cayó, mejor dicho, lo tumbaron la represión, la ineficiencia económica y el totalitarismo típico de las sociedades comunistas. Todo no fue tan malo. En Cuba aprendimos que no se puede ser toda la vida un payaso mudo, a que no siempre hay que correr más rápido y que en una moto – sin libertad- no se va a ninguna parte.


El payaso Ferdinando

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Por qué no nos creen?

Muy pocas personas dudan sobre las atrocidades cometidas por diferentes dictaduras. Salvo rarísimas excepciones, hechos como el genocidio nazi, la represión estalinista , las desapariciones y torturas en Chile y Argentina no son discutidos ni desmentidos por nadie. Entonces, qué pasa con el caso cubano.

La revolución cubana nació como una utopía de igualdad que muy tempranamente fue empañada por los excesos de violencia. Primero fueron los fusilamientos masivos que se convirtieron en las guillotinas revolucionarias de mediados del siglo XX. Después, la persecución por las inclinaciones sexuales, las creencias religiosas o políticas. El discurso de Fidel Castro siempre ha sido beligerante y agresivo. Su dominación ha sido sustentada por mantener un supuesto estado de guerra que ha ido desde la crisis de los mísiles en el año 1962 hasta la senil batalla de ideas en la actualidad. A pesar de estos antecedentes –de manera general y tanto dentro como fuera de la isla- siempre se ha dudado de los métodos represivos, intolerantes y violentos de la dictadura castrista.

Fidel Castro ha sido un manipulador por excelencia. El uso brutal de los medios de comunicación y su maquinaria ideológica de control absoluto, han sido la principal forma de represión. Ha logrado hipnotizar al público de manera tal que muchos no logran ver lo evidente. Para lograrlo ha usado como herramientas propagandistas supuestos logros en determinadas áreas estratégicas de carácter social –como la masificación deportiva, la salud preventiva o el acceso educacional- que países del tercer mundo no podían soñar tener. Lo anterior, sumado al romanticismo revolucionario, ha servido para que la cruda realidad cubana resultara invisible a los ojos comunes.

Por estas razones mantener una posición anti-castrista, aún fuera de la isla, es una actitud muchas veces repudiada. Disentir o claramente estar en contra de la dictadura cubana, supone frecuentemente recibir el epíteto preferido por la intolerancia castrista: gusano. En esto también juega un papel fundamental el oportunismo de personas sin escrúpulos. Aunque víctimas también de un sistema totalitario, por intereses personales pedestres o por simple cobardía, muchos emigrados cubanos disfrazan la realidad isleña. Juguetean con la izquierda internacional usufructuando de la barbarie dictatorial, empapelan sus casas con fotos del Che Guevara y “blanquean” la imagen de Fidel Castro, buscando establecer redes que les permitan escalar en la escabrosa pirámide del capitalismo y la libre competencia. Convierten la legítima posibilidad de ganarse un lugar en otra parte de manera digna y libre, en un acto oportunista que les permita almorzar con Dios y cenar con el Diablo.

Pero ahora, con la ayuda de la tecnología y gracias a la valentía de un grupo de cubanos que viven en la isla, se desnudan como nunca las mentiras castristas. Cada vez más lo evidente se abre paso entre la manipulación y el oportunismo de malos cubanos. Sólo queda pedir algo más que fe porque lo que se pretende mostrar es algo real, crudo y palpable. El sufrimiento del pueblo cubano y las atrocidades del tirano deben ser conocidas por el mundo. Repudiarlas ya es parte de la libertad personal pero no negarlas es un acto de honestidad ineludible.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Un poco de música.

Salsa para condimentar al cerebro.


De nuevo los esbirros.

Yoani Sánchez es una bloguera. Su objetivo es escribir sobre la realidad cubana. Nunca he leído en su espacio un comentario explícito en contra de la dictadura de los Castro y mucho menos un llamado a la violencia. Sus impresiones – impecablemente bien escritas – son básicamente crónicas sobre la triste situación de la sociedad isleña. Por supuesto que los oídos de los geriátricos dictadores que han destruido a Cuba no pueden escuchar tales opiniones.

Recientemente esta mujer de contextura delgada y expresión frágil, ha sido secuestrada y vejada por los esbirros de la dictadura cubana. Animales adoctrinados que por conveniencia propia persiguen a sus compatriotas, monstruos cobardes que usan la fuerza que les otorga la institucionalidad para golpear y humillar a una mujer. Lamentablemente al conocer esta noticia, no puedo evitar recordar el ejemplar de Bohemia dedicado al triunfo de la revolución cubana. En aquella publicación aparecían fotos y relatos de todas las atrocidades que cometieron los esbirros de Batista. Después de medio siglo nos asalta el mismo miedo, la sombra de que Cuba se manche nuevamente con la sangre de sus jóvenes causa pavor. También recuerdo a aquella chica chilena que fue quemada intencionalmente también por esbirros. Su rostro desfigurado por las llamas, la indolencia del Papa ante su caso, la hipocresía de la dictadura Castrista al acogerla con el único propósito de utilizarla como parte de su propaganda ideológica.

Ahora todos estos fantasmas comienzan a recorrer la isla. Yoani pretendía asistir a una manifestación sobre la no violencia y terminó maltratada. Espero que no sea un vaticinio del horror, confío en que los Castro no sumen a su larga lista de abusos un baño de sangre masivo sobre los cubanos. Para esta mujer y para todos los que en Cuba se oponen frontalmente a la dictadura, mucho respeto y toda la fuerza del mundo. Continúen, tienen el poder de la razón y la justicia, los cuerpos se pueden maltratar, mutilar, incluso matar pero las ideas, las palabras, son inmunes a la violencia. Permanecerán machucando a los dictadores y sus esbirros.

Aquí les dejo la declaración de Yoani Sánchez. Pulsa Play para escucharla.


domingo, 1 de noviembre de 2009

No más odio ni rencor.

En medio siglo de dictatura, los cubanos, nos hemos acostumbrado a escuchar una sola voz que nos condicionó y obligó a creer que existe una forma única de pensamiento. Es por eso que a veces nos cuesta tanto entender las visiones diferentes. Fuimos educados en la cultura del odio y la intolerancia. Espero que este sea un sitio de respeto. Aquellos que no compartan las opiniones que aquí se expresan solo deben abstenerse de verlas. Es la mejor forma de demostrar que se respetan a sí mismos como seres humanos plenos.

Aquí les dejo una canción dedicada sobre todo a esos profesionales e intelectuales que contrabandean sus servicios, jugueteando con la ideología del terror construida por Fidel Castro.