domingo, 18 de julio de 2010

Diferentes acordes de una misma sinfonía.

El Concierto es una película que a pesar de mostrar un excelente humor, al final me ha resultado tristemente conmovedora. El filme aborda el tema de las heridas que quedan después de una dictadura comunista, de sus damnificados y la búsqueda constante de la redención. Es la historia de músicos destruidos por el fanatismo ideológico y totalitario de una Rusia en su última década de comunismo. Sus vidas actuales, aparecen llenas de miserias y frustraciones en medio de un capitalismo permeado por las ineficiencias y corrupciones heredadas del anterior sistema.

El tema me resultó inevitablemente cercano. Castro clonó para la isla todas las atrocidades que se engendraron en la Unión Soviética, los mismos métodos, las mismas canalladas, el hábito de reprimir y borrar la más mínima muestra de independencia intelectual o artística. No es difícil recordar el entierro en vida que sufrieron las longevas estrellas de Buena Vista Social Club, su desaparición por años sin aparentes justificaciones. Los talentos de Paquito d´Rivera y Arturo Sandoval tuvieron que escoger el escenario del exilio. La excelente música que interpretaban o componían era considerada “enemiga”.

Estos músicos cubanos, al igual que los personajes de la película, lograron a base de esfuerzo y talento la redención definitiva. Tuvieron el aplauso y el reconocimiento de un público que admira su arte sin condicionamientos políticos o ideológicos. Cada sala de concierto llena o las excelentes críticas son bofetadas a la cara del totalitarismo castrista. El nombre de estos artistas quedará como el patrimonio rescatable que Cuba ofrece al mundo. A Fidel Castro, en el guión de la historia cubana, solo le queda el personaje triste de Salieri.

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