jueves, 25 de febrero de 2010

El otro dolor.

Creo que lo peor de una muerte es la ausencia de alternativas. Ante su declaración de final no hay nada que hacer, en ese momento sólo existe dolor, impotencia y desoladoras sensaciones. La parca es la asesina de las posibilidades, con ella termina todo. La vida siempre lleva consigo el encanto de la esperanza. Aunque te presionen el cuello, te amordacen, te lancen lejos de los tuyos convirtiéndote en un zombie habitante de los recuerdos, mientras se tenga aliento otra oportunidad puede florecer.

Ahora, la madre de Orlando Zapata, ve en un ataúd la representación de un genocidio de esperanzas. Ante su cuerpo debe recordar cada fragmento de la vida del hijo asesinado. Los insoportables dolores del parto, la primera sonrisa, el primer paso, las incipientes palabras que mas tarde, cargadas de un sentido libertario, lo llevarían a la muerte. El delito de Orlando únicamente fue ese, verbalizar su desacuerdo contra la dictadura de los Castro, expresar sus deseos de libertad.

El hijo fue asesinado por inanición. La imagino rememorando cuanto tuvo que sufrir para alimentarlo, venciendo la precariedad de un sistema que lo único que ha sabido generar es odio y dolor. De nada sirvieron los esfuerzos para que a su niño no le faltara nada, al final la dictadura mediante una cruenta paradoja logró que muriera de hambre.

El exterminio de Zapata Tamayo es una amarga metáfora, representa a un pueblo que igualmente muere de hambre, no sólo de alimentos sino también de libertad y justicia. Muestra el raquitismo de nuestra realidad, famélicos seres que viven bajo el terror y el dominio de una dictadura de medio siglo. El dolor de la madre de Orlando no se subsanará con nada, sólo lo podrá aliviar el florecimiento de nuevas esperanzas. En nosotros está la tierra fértil, el alimento para la resurrección de un pueblo que no puede seguir callando. Sea nuestro abono el no olvidar.

Pd: Nuestras sinceras condolencias para la señora Reina Tamayo, desde la distancia le pedimos que encuentre fuerzas en la razón de las ideas de su hijo.

Atentamente, Los Kovacs.


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