En el filme Malcom X hay una escena donde el líder negro al terminar un discurso se percata que un antiguo compañero de tropelías –interpretado por Spike Lee- estaba dentro del público y lo saluda con efusividad. El amigo responde los saludos y acto seguido lo invita al bar de la esquina. Allí se sorprende de que el nuevo Malcom no bebe, que ha cambiado, que ahora se ocupa de la lucha contra el racismo. El viejo conocido, aún atónito, le responde con frases que en ‘buen cubano’ serían mas o menos así. Brother, me gusta en lo que estás metido, seguro que hay algún dinerito de por medio, pero coño afloja, estás hablando conmigo, así que ahora que nadie nos ve, vamos a darnos unos buches y me cuentas cómo yo puedo meterme en esto, seguro que jebitas y vacilón no faltarán, además de que quiero ganarme un barito.
Malcom insiste en que su actitud es auténtica e invita al otro unirse a la causa. Pero no le resulta, el amigo rechaza la oferta convencido de que el Sr. X es un cabroncito que lo está dejando fuera del negocio. Algo parecido nos pasa hoy a los cubanos. Castro nos ha dividido a tal punto que la desconfianza es el sentimiento primario entre los isleños. No confiamos en nadie, ninguna actitud ajena es loable o altruista, menos las que se emprenden contra el dictador. Somos tan listos que llevamos medio siglo sufriendo, dejándonos arrebatar todo, hasta la capacidad de fomentar un mínimo de credibilidad. El descrédito es utilizado por todos, desde los adalides del régimen hasta los mas férreos detractores. Menos mal que pese a todo, algunos siguen luchando.
Malcom insiste en que su actitud es auténtica e invita al otro unirse a la causa. Pero no le resulta, el amigo rechaza la oferta convencido de que el Sr. X es un cabroncito que lo está dejando fuera del negocio. Algo parecido nos pasa hoy a los cubanos. Castro nos ha dividido a tal punto que la desconfianza es el sentimiento primario entre los isleños. No confiamos en nadie, ninguna actitud ajena es loable o altruista, menos las que se emprenden contra el dictador. Somos tan listos que llevamos medio siglo sufriendo, dejándonos arrebatar todo, hasta la capacidad de fomentar un mínimo de credibilidad. El descrédito es utilizado por todos, desde los adalides del régimen hasta los mas férreos detractores. Menos mal que pese a todo, algunos siguen luchando.
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