jueves, 21 de octubre de 2010

Pensando la identidad cubana.

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ConferenciaCMdC

lunes, 18 de octubre de 2010

Un nuevo consenso de cambio para Cuba.

Por Elha Kovacs

Impensables podían parecer todavía hace algunos años las medidas recientemente tomadas por el gobierno cubano. El despido paulatino de medio millón de trabajadores es una muestra más de la crisis sistémica que atraviesa la sociedad cubana. Al lado de la impopular medida, el gobierno abre nuevamente la posibilidad del cuentapropismo, aprobando la realización de un conjunto de actividades, en su mayoría del sector de los servicios, aparentemente como alternativa de reinserción laboral para los cientos de miles de trabajadores estatales que saldrán a la calle a partir del próximo año. Pero una cosa es recibir la noticia a más de mil kilómetros de distancia y otra muy distinta constatar las reacciones in situ que ella ha generado, al menos a primera vista.

Un amigo cubano me decía, “por mucho menos que eso en cualquier otro lugar del mundo la gente se hubiera tirado para la calle a protestar”. Y sin embargo, aquí en Cuba lo único que se ha multiplicado es el miedo y la filosofía del sálvese quien pueda. En efecto, cuando calmadamente compartes con amigos, conocidos o familiares, cada uno se hace eco del miedo social y la desesperanza que impera en la isla. Casi sin distinción, todos esperan que como resultado de estas medidas aumente de manera significativa la criminalidad y el vandalismo social de aquí a fines de año.

Profesionales jóvenes, con cierto conocimiento de la realidad social cubana y herramientas para su comprensión, entienden estas medidas como otras más de las que se han tomado en el último tiempo. Reconocen su envergadura y posibles efectos sociales adversos pero piensan que a la vuelta de seis meses se estará hablando de cualquier otra cosa y esto se habrá olvidado. Dicho así pareciera que la situación actual de Cuba ha llegado a un punto tal que, por impopular que sea una medida que a la larga afectará a todos, la gente echará mano de sus recursos y estrategias personales de sobrevivencia, dará vuelta a la página y seguirá pensando en cualquier otra cosa en lugar de la posibilidad de modificar las circunstancias y condiciones que dan origen al dramático escenario con que uno se topa al llegar a la isla.

Recordé entonces una tesis que me permitió comprender mejor el triunfo y consolidación de la alternativa revolucionaria en Cuba en cuanto proceso de subversión social. La existencia de un consenso de cambio favoreció efectivamente el apoyo a la vía revolucionaria a fines de los años cincuenta del siglo pasado. Este consenso expresaba no sólo las ansias de liberarse de una dictadura que a la mayoría molestaba en términos políticos, sino también de los frenos que ésta ponía a las ansias de movilidad social, bienestar económico, así como los reclamos de moralización social que la sociedad cubana había acumulado durante su existencia republicana. La fragilidad de la memoria social y el miedo son los peores enemigos de cualquier proyecto de cambio social. Ambos factores corroen no solo a la persona sino también al entramado o tejido social. Si no somos capaces siquiera de ponernos de acuerdo en lo que no queremos, cada vez se hace más incierto articular cualquier atisbo de consenso de cambio del estado de cosas en la Cuba actual. Mi pregunta final es, ¿qué más tendremos que esperar?

viernes, 15 de octubre de 2010

Represión invisible.

Recientemente, los medios de comunicación españoles, han criticado duramente a las dictaduras de China y Corea del Norte. El otorgamiento del Nobel de la Paz en un caso y la conmemoración de los 65 años de la creación del partido único en el otro, han sido las causas de la oleada criticista.

Frente a China, con larga experiencia totalitaria, la prensa española se muestra “sorprendida” con las actitudes represivas que el régimen ha tomado contra la esposa del premiado disidente. La preocupación mostrada se limita sólo al evento puntual y a la connotación del hecho. Quedan olvidadas el resto de las víctimas, huérfanas de exacerbación mediática, que han sufrido por años la opresión cotidiana. Frente al caso norcoreano la actitud es la misma.

A pesar de la falta de continuidad en las críticas a regímenes que se caracterizan por ser asiduos y férreos violadores de los derechos humanos, se agradece que -aunque sea puntualmente- las atrocidades sean mostradas. Términos como ‘dictadura comunista’, ‘represión ciudadana’, ‘falta de libertades’, son frecuentes en las notas de prensa. Sin embargo, hay otra dictadura más “cercana” que es tratada con guante de seda. El totalitarismo cubano y sus medios represivos parecen ser de otro orden. Aún en el caso de Zapata –disidente isleño fallecido después de una huelga de hambre- las críticas siempre fueron tenues.

Rara vez el desgobierno de los Castro es reconocido como dictadura y los derechos humanos en la isla parecieran no ser vulnerados diariamente. Como colofón, el gobierno español funge como vocero de la dictadura cubana ante la Unión Europea pidiendo el fin de restricciones.

El sufrimiento isleño para los medios españoles es invisible. La última colonia sólo es noticia por sus bendiciones geográficas y las exuberantes mulatas. Olvidan que allí, en el medio del Caribe, un dictador nos robó los sueños hace más de medio siglo. Ignoran que somos una nación apuñalada por la desesperanza, que no tiene ni un solo minuto que prometa como futuro.


martes, 12 de octubre de 2010

La trampa.

En Cuba la marginalidad tiene un sentido más amplio que el tradicional. El régimen totalitario sólo ampara a sus seguidores incondicionales, provocando que la más mínima opción de diferenciación o disentimiento sea suficiente para convertirse en marginal. Los Aldeanos se han vuelto en la voz del ejército de marginales de la isla.

Las letras de sus canciones, hechas con el lenguaje típico de las barriadas mas pobres y plagadas con palabras soeces, son sal sobre las heridas que ha provocado la dictadura en la sociedad cubana. Estos jóvenes de menos de 30 años hablan de temas que ponen al desnudo el fracaso de la revolución cubana. Denuncian los males que nunca pudieron ser superados: pobreza, desigualdad social, corrupción, violencia policial, discriminación racial y una patológica desesperanza.

Están lejos del cripticismo de los trovadores que alguna vez intentaron criticar las atrocidades del régimen cubano, aunque fuera en su falencias mas etéreas. Su estilo es directo y por ende muy popular. Son para los jóvenes de ahora, lo que fueron hace ya 20 años, Santiago Feliú, Carlos Varela y Pedro Luis Ferrer. No sé si por causas del deterioro educacional isleño o porque simplemente la gente quiere hablar de una manera que los aleje de la institucionalidad, estos nuevos irreverentes complacen con un lenguaje crudo y elemental.

Los trovadores que protagonizaban la rebeldía de principios de los 90, finalmente fueron diluidos en la espesa miasma del sistema castrista. Ellos, fueron absorbidos por la maquinaria manipuladora. Ya muy pocos quedan que se sientan identificados con aquellos insolentes de entonces. Ahora Los Aldeanos se enfrentan a la misma peligrosa trampa. Dentro de poco actuarán en Miami. Es una oportunidad única para cualquier artista que intente sobrevivir en el mercado latino de la música, pero para estos muchachos significa algo más. En primer lugar su fama de “prohibidos” inmediatamente será cuestionada, si son perseguidos cómo es que puedan salir de Cuba. Por otra parte, quizá víctimas de un adoctrinamiento visceral, ellos han hecho críticas sobre las opiniones de artistas cubanos residentes en Miami, validando la opción de que el criticismo solamente es honesto si se hace desde la isla. Por último, y por carecer de íconos contemporáneos que simbolicen las nuevas revoluciones, Los Aldeanos se aferran a viejas leyendas como Camilo Cienfuegos o el Che Guevara, el argentino definitivamente es una mala elección si se tiene como fin promoverse en Miami.

El dúo de hip hop debe aprovechar la oportunidad, mantenerse fiel al estilo que lo ha hecho resonar. Usando el lenguaje del barrio, no deben dejarse acaballar por unas ratas que tienen vasta experiencia en estos menesteres. No pueden permitirse el lujo de caer en la trampa, si no dejarán nuevamente sin voz a miles de jóvenes cubanos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Da lo mismo.

Alguien dijo alguna vez que hay pueblos que no quieren gobernar ni ser gobernados, sólo quieren escapar. El deterioro social de Cuba ha llegado al extremo, que ni siquiera se intenta la tercera opción. Una vez obviada la necesidad vital de libertad, todo se reduce al cubanísimo término de resolver.

En la isla todo pasa por la supervivencia instantánea, sólo importa el ahora, vivir la condición mas elemental del ser humano. El hedonismo precario a cualquier precio, poco importa bajo qué circunstancias y utilizando qué medios, todo vale, el problema es ir tirando, ir resolviendo, esa es la norma. La costumbre se arrastra al exilio y en condiciones que exigen otro comportamiento, esta forma de vivir finalmente se marchita alejando peligrosamente la esperada prosperidad. Antiguamente el exilio –principalmente el de Miami- era un ícono de lo que podía lograrse fuera de la isla. Ahora, ahogado en esas malas costumbres, sólo ofrece una imagen de desesperanza y fracaso.

El nihilismo insular es tan grave que ya no se mira a Miami con el hambre de antaño. En buen cubano nadie está para eso mientras haya un trago de ron y exista el Malecón, total, los que están allá se están comiendo un cable, lo único que hacen es trabajar y pagar cuentas. Miami con su nueva gente quejosa, ya no llama la atención.

Es por eso que quizá la emigración hacia Estados Unidos está disminuyendo, más allá de los estudios y el análisis de las estadísticas. El cubano de hoy está aburrido de todo, hastiado de la realidad, pareciera que respirar es su único anhelo, así es muy difícil plantearse una emigración.

martes, 21 de septiembre de 2010

Revolution

Documental sobre Los Aldeanos. Muy buena realización.


domingo, 12 de septiembre de 2010

La altanería del viejo.

Hace poco, Fidel Castro en un evidente acto de prepotencia más que de culpa, se refirió a la represión que han padecido los homosexuales en Cuba bajo su dictadura. Las declaraciones se pueden interpretar como un "sí, fui yo y qué...".

Aquí los dejo con imágenes del documental de 1984 Conducta Impropia. En ellas aparecen una narración de Carlos Franqui describiendo los hechos y el sabio análisis de Cabrera Infante.