martes, 12 de octubre de 2010

La trampa.

En Cuba la marginalidad tiene un sentido más amplio que el tradicional. El régimen totalitario sólo ampara a sus seguidores incondicionales, provocando que la más mínima opción de diferenciación o disentimiento sea suficiente para convertirse en marginal. Los Aldeanos se han vuelto en la voz del ejército de marginales de la isla.

Las letras de sus canciones, hechas con el lenguaje típico de las barriadas mas pobres y plagadas con palabras soeces, son sal sobre las heridas que ha provocado la dictadura en la sociedad cubana. Estos jóvenes de menos de 30 años hablan de temas que ponen al desnudo el fracaso de la revolución cubana. Denuncian los males que nunca pudieron ser superados: pobreza, desigualdad social, corrupción, violencia policial, discriminación racial y una patológica desesperanza.

Están lejos del cripticismo de los trovadores que alguna vez intentaron criticar las atrocidades del régimen cubano, aunque fuera en su falencias mas etéreas. Su estilo es directo y por ende muy popular. Son para los jóvenes de ahora, lo que fueron hace ya 20 años, Santiago Feliú, Carlos Varela y Pedro Luis Ferrer. No sé si por causas del deterioro educacional isleño o porque simplemente la gente quiere hablar de una manera que los aleje de la institucionalidad, estos nuevos irreverentes complacen con un lenguaje crudo y elemental.

Los trovadores que protagonizaban la rebeldía de principios de los 90, finalmente fueron diluidos en la espesa miasma del sistema castrista. Ellos, fueron absorbidos por la maquinaria manipuladora. Ya muy pocos quedan que se sientan identificados con aquellos insolentes de entonces. Ahora Los Aldeanos se enfrentan a la misma peligrosa trampa. Dentro de poco actuarán en Miami. Es una oportunidad única para cualquier artista que intente sobrevivir en el mercado latino de la música, pero para estos muchachos significa algo más. En primer lugar su fama de “prohibidos” inmediatamente será cuestionada, si son perseguidos cómo es que puedan salir de Cuba. Por otra parte, quizá víctimas de un adoctrinamiento visceral, ellos han hecho críticas sobre las opiniones de artistas cubanos residentes en Miami, validando la opción de que el criticismo solamente es honesto si se hace desde la isla. Por último, y por carecer de íconos contemporáneos que simbolicen las nuevas revoluciones, Los Aldeanos se aferran a viejas leyendas como Camilo Cienfuegos o el Che Guevara, el argentino definitivamente es una mala elección si se tiene como fin promoverse en Miami.

El dúo de hip hop debe aprovechar la oportunidad, mantenerse fiel al estilo que lo ha hecho resonar. Usando el lenguaje del barrio, no deben dejarse acaballar por unas ratas que tienen vasta experiencia en estos menesteres. No pueden permitirse el lujo de caer en la trampa, si no dejarán nuevamente sin voz a miles de jóvenes cubanos.

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