miércoles, 3 de marzo de 2010

Era de esperar.

El gobierno cubano, ante el hecho irrefutable del asesinato de un preso político, ha comenzado -como es habitual- una campaña de descrédito contra el fallecido y su madre. Primero intenta hacer creer que Orlando Zapata era un preso pródigo en delitos comunes. Conociendo mínimamente la psicología de cualquier delincuente, se conoce que no hay nada más lejano de su comportamiento que la inmolación. Tales personas siempre buscan la manera de sobrevivir e imponerse a cualquier precio, sin reparos éticos ni morales. Las causas de la muerte de Zapata lo alejan abismalmente de este grupo.

En el caso de su madre, ha sido publicado un video que la muestra agradecida con el cuerpo médico que atendió al hijo. Lo primero que habría que destacar es el hecho de que la señora fue grabada en forma oculta y sin su consentimiento. Además de ser una prueba de los procedimientos que utiliza cualquier dictadura, si el gobierno cubano está tan seguro de su inocencia, ¿por qué utiliza estos criticables métodos? No hay que ser muy suspicaz para pensar que a esas alturas la actitud caritativa y comprensiva de los médicos también podría obedecer a una orden explícita del gobierno de no reparar en atenciones para con los familiares, teniendo en cuenta la muerte inminente de Zapata y la previsible reacción internacional que el hecho suscitaría.

Las obligaciones de cualquier galeno, en especial los cacareadamente ‘revolucionarios’, son curar, aliviar o en último caso consolar a sus pacientes. Es lógico que si cumplen con estas elementales funciones cualquier persona involucrada en la enfermedad de un familiar muestre agradecimiento. Con este particular gesto de la madre de Zapata no solo se demuestra su bondad personal, sino también se deja en claro que la oposición de los disidentes cubanos es contra la dictadura y no en contra de ningún otro cubano por confundido o manipulado que esté. Mostrarse hostil contra un médico que piensa diferente, sería reproducir lo mismo que ha llevado a Cuba al descalabro.

En el mismo video y utilizando métodos de invasión de la privacidad que son severamente castigados en casi todos los gobiernos sujetos a derecho, se muestra la grabación de una conversación telefónica. De lo único que se habla en ella es sobre tomar la difícil decisión –por parte de la madre- de asistir a una conferencia de prensa o ir a ver al enfermo Zapata. Decisiones a la que se tiene que enfrentar cualquier persona con responsabilidades importantes sobre sus espaldas.

La oposición a cualquier régimen, para ser efectiva, lógicamente se tiene que mover en el terreno de las reglas del juego político. Esperar de su práctica -por más loable que sea su fin- sólo altruismo y honor caballeresco sería condenarla al fracaso. No establecer estrategias de enfrentamiento y apoyo, especialmente ante gobiernos totalitarios y represivos, convertiría su accionar en el equivalente de intentar atrapar una serpiente venenosa armado solo de un saco para encerrarla.

Los métodos de persecución, represión (no niegan que Reina Tamayo siempre era escoltada por agentes), vigilancia y descréditos mal argumentados son los que sistemáticamente ha empleado la dictadura castrista durante medio siglo. Intentando ocultar su crimen, se delatan como violadores de los derechos más elementales de las personas.


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