Salsero de nuevo tipo, aquí te dejo música con la cruda esencia del barrio marginal. Nunca es tarde para aprender.
domingo, 31 de enero de 2010
En mi barrio te hubiesen quitado la merienda.
Salsero de nuevo tipo, aquí te dejo música con la cruda esencia del barrio marginal. Nunca es tarde para aprender.
Ilusa protección.
Cuando Yoani Sánchez comenzó a ganar premios y convertirse en una figura conocida internacionalmente, muchos creyeron que había alcanzado cierta inmunidad. Quienes pensaron así no conocen la esencia de las tiranías ideológicas. Sánchez puede ser maltratada en cualquier momento, física y emocionalmente, incluso – y ojalá no suceda- una mano cruel puede arrancar su aliento. La dictaduras no tienen moral ni reparos éticos, ¿qué les puede importar las condenas internacionales por la vida de una persona cuando cercenan las de miles?. Lamentablemente la bloguera y su familia no tienen ninguna protección.
Tienen un estatus de “libre” sometimiento. La dictadura crea una ilusión de supuesta protección para generar dudas sobre ella. Todos saben que el castrismo no es benevolente con las piedras en sus botas avasalladoras. Es lógico pensar que si las permite es porque son parte del sistema represivo. Así, premeditadamente, buscan ensuciar su imagen y enturbiar su credibilidad, dando una impresión de supuesta permisibilidad. En la realidad, las botas pisotean despiadadamente la existencia de Yoani y los suyos, buscan que fenezcan de terror, intentan que se rindan. Afortunadamente no están dispuestos a hacerlo, son personas de honor y cuentan con la fuerza de la razón.
Teo, el hijo de Yoani, no quería ir a celebraciones de “viejos”. Imagino que no sea sólo por las eternas diferencias generacionales. Quizá para el adolescente lo viejo significa el rostro de la opresión que hace sufrir a sus padres, es la representación de una senil dictadura que arruina su presente y le arrebata el futuro. Teo ya habló y creo que no ha sido fruto de una adolescente rebeldía. Es un reclamo elemental de justicia, una voz que espero crezca, gritos frescos, nuevos, que acaben con el sufrimiento de Cuba.
Yoani imagina a las fieras asustadas. Creo que no lo están. Las hienas sólo se asustan cuando alguien más fuerte les arrebata el alimento. Desafortunadamente este momento todavía no llega. Las hienas de los Castro aún no temen. Se cobijan bajo el amparo de los tiranos como engendros amorales que matan por carroña. Todavía se sienten poderosas, pero el futuro ya las hará temblar. Pagarán caro tanta culpabilidad.
lunes, 25 de enero de 2010
Nos están vigilando.
La manipulación de los medios ha sido vital para lograr tal fin. Primero fue “En silencio ha tenido que ser”. El serial nos inducía a creer que ser espía era un oficio loable y para llegar a ello cualquier sacrificio y mezquindad eran permitidos. Conseguir semejante puesto significaba un honor irrenunciable, al que todos los cubanos deberían aspirar. Algo así como “chivateo, luego existo”. La manipulación del programa llegaba a tal punto que al hijo del agente no le importaba la ausencia del padre, su única preocupación era que éste no fuese un contrarrevolucionario.
Cómo olvidar el abrazo de los actores Mario Balmaseda y Patricio Wood –contacto e hijo del agente respectivamente- al saber este último que su padre era chivatón. Toda la escena tenía por fondo a la universidad de La Habana, de donde no pocos oportunistas chivatos han salido.
Después vino “Día y Noche”. Aquí la chivatonería salía del ámbito del espionaje internacional para centrarse en la delincuencia común. Pretendía generar una paranoia de control general. Hasta los taxistas estaban al servicio del aparato represor. El énfasis en que sólo la delincuencia era permitida estaba claro. La disidencia ni se nos podía ocurrir. Recuerdo la escena en que un caco era apresado y como atenuante aducía que era un “delincuente revolucionario”. La serie tuvo un gran impacto. Estando en Chile, muchos años después, un cienfueguero le decía “el Tavo” a un compatriota que residía en aquel país. Era la forma de manifestar su sospecha acerca del otro, dadas las ambivalencias que mostraba sobre el castrismo. Lo peor es que creo que tenía razón
Esa ha sido una de las maldiciones que Castro ha dejado caer sobre nosotros. Ha sembrado la desconfianza de manera tan profunda que ni siquiera ya podemos unirnos en la simpleza. Cabrera Infante dijo que Fidel Castro se quedó con el todo y nos dejó la nada. Yo creo que además nos permeó el ser.
Aqui les dejo con el patético reclutamiento y peor conflicto interno de Tavo. El desenlace tiene una marcada tendencia gay.
domingo, 24 de enero de 2010
Boncó Junior.
El personaje de Boncó Quiñongo me recuerda algo de esto. Solamente el seudónimo ya tiene una fuerte carga racista. Cuando el personaje apareció en el popular programa Sabadazo, iba vestido como un guapo setentero, estigma que identificaba principalmente a las personas de raza negra. Hablaba incorrectamente y con acento gutural, tratando de imitar la forma de expresarse que se le achacaba a los negros. Cuando se enojaba, amenazaba con “engorilarse”, haciendo alusión al símil que hostilmente se asociaba a la raza negra en Cuba.
El personaje era la representación de todos los estereotipos raciales, satisfaciendo con ello la visión discriminatoria que suele tenerse de los negros. Poco sabe el espectador, sin embargo, que Boncó estudió en la universidad, la misma a la que yo fui en Cuba. Tampoco es conocido que es de hablar pausado y que se viste normalmente. El actor y el personaje son opuestos. Entonces, ¿por qué ser un ícono de la estigmatización de su gente?
En Cuba como en Miami, Boncó se ha movido en un mundo de blancos. Imagino que imponerse no debe haber sido fácil. Puede ser que, al igual que Sammy Davis, esté abriendo el camino para los que vienen atrás pero el precio que está pagando es muy alto. Ya es hora de que para el beneficio artístico y personal, Boncó de espacio a otro personaje. Quizá más digno para el actor y los suyos.
jueves, 21 de enero de 2010
Silvio, el cantor del pueblo.
miércoles, 20 de enero de 2010
Antiguo oficio.
Lo curioso de esto es que no recuerdo haberle dicho que no se convirtiera en prostituta. Su madre al parecer tampoco. Por el contrario, mi amiga era una especie de heroína. La progenitora parecía orgullosa, súbitamente ser puta era un honor. La dictadura de Castro no sólo había provocado la ruina económica, también había trastocado los valores tradicionales a un punto inimaginable. Veíamos en ella a una triunfadora, una guerrera que lograba salir del infierno a cualquier precio. Nadie reparó en cuanto europeo de baja calaña tuvo que soportar, o a cuanto latino libidinoso con camisetas del Che le alimentó un miserable ego tercermundista.
Mi amiga fue una precursora del jineterismo clásico. Años después Fidel Castro, cínicamente, las llamaría ilustradas. Bajo su dominio, Cuba seguía siendo un prostíbulo internacional. Ahora se sumaba la frustración de que las nuevas prostitutas eran personas instruidas que no encontraban otra forma de sobrevivir. Más tarde se generaron nuevas formas de prostitución.
Aparecieron las jineteras de iglesias o eclesiásticas. Modositas de sangre caliente. Se acercan a los templos a la espera de alguna delegación extranjera. Con disfraces de ovejas pretenden engatusar a algún creyente de otros lares. Si la suerte acompaña, en poco tiempo logran salir del país utilizando las mismas técnicas antiguas. Putas mas discretas, menos sacrificadas, más hipócritas.
También surgieron las jineteras académicas. Las más ilustradas de todas. Profesionales cuyo primer paso es conseguirse estudios en el extranjero. Siempre cuidadosas y calculadoras. Nada de pasos en falso ni estúpidos romanticismos. La idea es clara, conseguir en tierras foráneas un condiscípulo extranjero, de preferencia del primer mundo – nada de pobreza- que les abra una puerta de salida de Cuba. Es vital para ellas mantener vínculos con el chulo mayor, el Estado Castrista. Muchas son arrastradas al insomnio, en las noches, el recuerdo de algún novio de la universidad las atormenta. Se despiertan sudorosas y excitadas, reconociendo que los gemidos en su acento están solamente en los sueños
A mi amiga de infancia nunca más la he visto. Sé que sigue con el mismo italiano y que pretende – como todos- ser feliz. Para ello, hace muchos años dio el primer paso, escoger la autenticidad.
domingo, 17 de enero de 2010
Los locos.
sábado, 16 de enero de 2010
Fría locura.
El frío siempre pretende desnudar. Da zarpazos que intentan vencer a los abrigos. Busca la piel, fortaleza endeble donde puede ocasionar estragos. Recientemente ha expandido sus dominios y se fue a la conquista de La Habana. Su instinto depredador lo ha llevado sobre víctimas frágiles.
Los resultados del ataque son desoladores. Viejos locos muertos por sus heladas embestidas. Otro viejo loco descubierto en sus mentiras. El sable de hielo desenmascara la cruda realidad cubana. Pobreza, miserias humanas, fragilidad extrema. A las víctimas podría imaginármelas desesperadas, tiritando en la enajenación, esperando el descanso cuerdo del final. Pruebas inertes de una verdad que se descongela.
La mentira fundamental queda desabrigada. Cuba está en la bancarrota. Hospitales raídos, médicos desesperanzados, funcionarios ladrones, indiferencia total ante el sufrimiento ajeno, sobrevivir a cualquier precio. Todas consecuencias del desquicio del loco en jefe. Él no muere de frío porque su humanidad está congelada.
En Haití la tierra destruye al país. Cada ladrillo en el suelo es resultado de una miseria ancestral. En Cuba, el frío hace pública otra miseria. La que se habría de soportar porque las llamadas “conquistas sociales” la compensaban. Ya no hay compensación. Los muertos están dentro de un hospital, un sistema de salud y un país devastado.
Haití sucumbe ante la furia de un terremoto. En Cuba, una navaja de hielo disecciona la realidad. Ambos mueren de miseria, aunque aquella de la mayor de las Antillas se me antoja provocada.
viernes, 15 de enero de 2010
Mis quince.
Tenía 23 años recién cumplidos y una obsesión por optar libremente sobre mi futuro. Creo que también, inconscientemente, quería redimir el desencanto de mis padres. Tercamente habían decidido quedarse en Cuba y la historia les escupió amargamente la cara. Además tengo que confesar que nunca simpaticé con la cultura de sacrificios estériles, que cínicamente imponía la locura de Fidel Castro.
Recuerdo que días antes de partir un amigo de mi cuñado me aconsejó que olvidara a las palmeras, el Malecón y cuanta cosa me hiciera sucumbir ante la nostalgia. Nunca más lo vi para decirle que – al menos parcialmente- cumplí con su consejo. Me fui a Chile. Volé hacia el sur en un avión de Cubana de Aviación sobre un desierto de nubes. La travesía fue quieta pero la tormenta estaba dentro de mí. Pretendía encontrar la forma de retener cada recuerdo tal cual como los había vivido, de encapsular los olores. Los años me enseñaron que era imposible. La memoria tiene la filosofía de un álbum de fotos, los malos recuerdos siempre son marginados.
En Santiago de Chile el aire me olió a goma quemada, no había palmeras, el mar quedaba detrás de una cordillera y pese a todo lo pude soportar. Las personas eran hoscas, distantes y también lo soporté. No había dominó, ni baseball, ni plátanos fritos y seguí soportando. Lo que nunca superé fue la ausencia de recuerdos locales. Era una ciudad que no tenía huellas mías y que lamentablemente no las ha dejado en mí. Sin embargo, le estoy agradecido.
La Habana es parte de mí. Allí están los parques en que descarné mis rodillas en el intento de domar una bicicleta. Están las paredes en las que pinté con tiza, un cuadro que indicaba la zona de strike para jugar pelota callejera. En algunos de sus callejones oscuros satisfice las urgencias hormonales de la adolescencia con una muchacha. En el muro que marca la frontera con el mar, mi atareado padre asumía las efímeras presencias lúdicas que tuvo en mi vida. Yo soy parte de La Habana.
En el Morro, al otro lado de la bahía de La Habana, hay un foso que tiene el suelo de arena. Al final del mismo existe un pequeño acantilado. Allí nos bañábamos de pequeños mis amigos y yo. Desde las rocas nos lanzábamos al agua. Un salto, un brevísimo momento de vuelo y después sumergirse en el mar recibiendo el placer de un abrazo líquido. Ese es mi recuerdo habanero más feliz. Como en el Ciudadano Kane, ese lugar es mi “capullo de rosa”.
miércoles, 13 de enero de 2010
Otros idiotas.
Montaner utiliza la sabia palabra para atacar a la tiranía de los Castro. Pero la brutalidad manipuladora siempre falla ante tal arma. El intelectual cubano nunca ha respondido con gritos a los alaridos histéricos que emanan de la cúpula castrista. Por el contrario, ha aplicado el discernimiento, desnudando a la dictadura en sus mentiras vitales, esas que sustentan el encanto internacional de la falacia llamada revolución cubana. Para la ceguera megalómana que gobierna en Cuba, lo anterior es un pecado que bien pudiera incluirse entre aquellos calificados como capitales.
Jean-Guy Allard endosa cualidades a Montaner que son propias de él mismo. Sólo un psicópata puede escribir tantas estupideces con el único objetivo de satisfacer a su amo[1]. También transmite experiencias de vida de otros al cubano. El único hijo de papá[2] que se tornó extremista, después revolucionario y más tarde dictador es su jefe Fidel Castro. Por si fuera poco, el periodista canadiense –en su demencia servil- implícitamente se delata como posible agente de la inteligencia castrista. Si no fuera así, cómo puede manejar entonces tantos datos secretos de la vida de Montaner, que son propiedad del “inexpugnable” aparato represivo cubano.
A juzgar por los hechos, el real pecado de Montaner es no percatarse que los perfectos idiotas no son sólo latinoamericanos.
[1] El periodista califica a Montaner como “psicópata y amnésico”.
[2] En esta oportunidad, llama a Montaner “hijo de papá convertido en extremista”.
martes, 12 de enero de 2010
El trauma de Hugo Cancio.
Vean el trailer de la telenovela "Descendiente del zafiro".
lunes, 11 de enero de 2010
Algo personal.
Ante lo incierto de una dictadura que ya ha perdido su soporte simbólico, que hace más de una década que juguetea entre dos aguas, muchos están desesperados. No conciben la vida sin la ligereza, quieren seguir viviendo ajustándose a sus propias conveniencias, no se pueden permitir definiciones radicales. No pueden elegir. Se han acostumbrado a vivir con la doble moral, un mal que lamentablemente ya es parte de la idiosincrasia cubana. Le tienen miedo no sólo a lo que significa el sueño americano –véase el artículo El odio envejece en Miami-, le temen también a cualquier forma onírica porque un oportunista no sueña, solo aprende a vivir de migajas, a ser un títere. Prefieren la seguridad que significa que otros muevan los hilos ante el sacrificio de asumir el riesgo propio. Las marionetas reciben aplausos, beneficios, se bañan de oropel, pero al final del día descansan bajo la abyecta complacencia de que el responsable último es el titiritero.
No es de extrañar que estos tipos florezcan. Están en cualquier parte, en Cuba, Miami, Madrid, o en la Cochinchina. Tienen miedo, el cuento se acaba y para ellos no habrá créditos. Patalean porque los hilos que controlan sus actos no se rompan. Ya no saben ser otra cosa, sólo parásitos que sin las vidas verdaderas no pueden subsistir. Como diría Serrat, entre esos tipos y yo hay algo personal.
domingo, 10 de enero de 2010
Los cancerberos.
Por este proceso pasan cuatro categorías de humanos establecidas por la arbitrariedad de las instituciones cubanas. Los extranjeros, por lo general no atraviesan por problema alguno. Pero si cometen el fatal error de viajar con mucho equipaje o simplemente mostrarse amables, rápidamente los agentes de aduana caen sobre ellos como hienas en busca de la carroña occidental. Le siguen las subcategorías de cubanos. La encabezan los oficialistas, esos disfrutan de privilegios, traen todo lo que necesitan para seguir “gozando en la Habana” y pagan los excesos en la paupérrima moneda nacional. Los que salieron por cuenta propia y por la causa que fuere vuelven, son presionados un poco más. Siempre hay alguna manera de sacar algo de ellos, “un regalito” y el pago en la moneda isleña les exonera de sufrimientos mayores. El regreso parece ser su principal castigo. Por último, aparecen los “cubanus exiliadus”, alimento vital de esas alimañas llamadas agentes aduaneros. Sobre ellos cae toda la manada de inescrupulosos y corruptos funcionarios, criaturas moldeadas por el castrismo, cubanos que comen cubanos. De esta subespecie sacan todo el dinero que necesitan para vivir como reyes y hasta ahorrar un poco para cuando la cosa se ponga negra emigrar también, usufructuando del sufrimiento y el sudor ajenos.
Espero que los aduaneros comprendan que el robo, la extorsión y el abuso de poder son delitos. La ley en algún momento deberá ocuparse de estos temas. El juicio moral ya tiene sentencia, son tan culpables como el peor torturador.
jueves, 7 de enero de 2010
Inclusión merecida.
martes, 5 de enero de 2010
lunes, 4 de enero de 2010
Básico, no básico y dirigido.
inventar los juguetes una vez al año”.
Carlos Valera
Fidel Castro cambió al homo ludens por el hombre nuevo. Por obra y gracia de alguna de sus locuras habituales, decidió que el día de Reyes sería sustituido por una aberración plagada de sentido proletario y antirreligioso.
Fue así que durante mucho tiempo una vez al año y durante 6 días, las tiendas de La Habana – o lo que iba quedando de ellas- vendían los juguetes que los niños revolucionarios debían recibir. El día en el que podías comprar era sorteado mediante un enrevesado sistema que resulta imposible recordar. Lo que sí rememoro con claridad es que mientras más te alejabas del primer día, habían menos juguetes disponibles para comprar. Como era de esperar, sobre este proceso existían dudas acerca de su transparencia y era un rumor expandido que el sistema estaba amañado.
Las vidrieras eran empapeladas con listas que indicaban qué día un niño podía comprar su juguete. A cada uno le correspondían tres juguetes que recibían los nombres de básico, no básico y dirigido. El por qué de tal denominación nunca lo supe. El primero, el básico, era el más importante, equivalente a bicicletas, carritos a pedales y cosas por el estilo. El segundo juguete, el no básico, era más corriente y el tercero, el dirigido, solía ser el peor de todos. Estos últimos, por lo general eran los palitos chinos y las bolas. Como siempre he tenido una mala suerte congénita, mi madre y yo sufríamos porque era habitual que me tocara el último día, el sexto, día en que crearon al niño frustrado. Siempre he poseído una pésima motricidad fina, por lo que los palitos chinos nunca fueron para mí. Así, con el correr de los años atesoré la mayor cantidad de bolas de todo el barrio Colón. Sí, el mismo de las putas y a mucha honra.
Creo que desde entonces se forjó mi anticastrismo, mi fobia a todo lo que huela a comunismo, mi obsesión porque hayan alternativas y se pueda ejercer libremente el derecho a optar. Ahora tengo una hija que ha nacido libre, o lo que es lo mismo, fuera de Cuba. Aunque pretendo ser medido a la hora de comprarle juguetes por razones totalmente opuestas a las que padecí – consumismo por ejemplo-, intento que siempre tenga uno nuevo. La ilusión que se genera en ella con la Navidad y la llegada de los Reyes Magos, la sonrisa que esboza cuando abre los regalos, son las armas de mi venganza. El próximo día de Reyes el dictador recibirá una bofetada virtual por cada niño libre -cubano o descendiente- que reciba un juguete nuevo. En cuanto a mí, confieso que a veces extraño mis canicas.
domingo, 3 de enero de 2010
Necesito aclaración.
¿Quién se atreve a asegurar que las redes del totalitarismo tienen fronteras terrenales? Atrapan a todos, inclusive a las deidades.
La Letra del Año para 2010 (segun babalaos oficialistas) en el Blog Penúltimos Días.
Síndrome del prisionero.
Cuba lleva bajo dictaduras 58 años ininterrumpidos. En 1952 Batista se hizo con el poder por la fuerza y en 1959 Fidel Castro se lo arrebató usando también la fuerza pero esa vez vestida de nuevos uniformes y usando otra palabrería. Tantos años bajo gobiernos tiránicos han asesinado el instinto de libertad de los cubanos, ya no la entendemos como un sentimiento, como una necesidad vital. Vivir al límite de la sobrevivencia finalmente hace florecer lo peor del ser humano. Es por eso que la mayoría de los isleños les basta con tener el agua y la comida aseguradas, aunque sea un paupérrimo alpiste o agua podrida. Los reparos morales, éticos o valóricos están de más, como dice mi cuñado: nadie está para eso.
A veces la jaula de la dictadura se abre y los cubanos logramos volar. Ahora hay que agenciarse el sustento, volar en vientos duros, vivir en nidos extraños. Sobrevivir no es fácil, pero el premio de la libertad te empuja a lograrlo. El problema aparece cuando la fuerza que te impulsa se desconoce. ¿Cómo disfrutar de algo que ya se ha olvidado y que ya no sentimos? Ante esta ignorancia el vuelo se hace pesado, triste. Cuando la tempestad acontece ya no queremos seguir volando y amargamente añoramos la seguridad de la jaula, el escuálido pero seguro sustento.
Hace poco conocí a unos rumanos. Trabajadores y alegres, buenas personas. Emigrantes víctimas también del comunismo, pero de uno póstumo. Cuando murió Ceaucescu tenían apenas diez años. Crecieron con la jaula ya abierta pero el sentimiento de libertad no les fue heredado. Ahora añoran los tiempos de su dictador, dicen que “antes” había trabajo para todos, que había carencias pero todo estaba asegurado. Lo raro es que deseen condiciones que apenas conocieron. No reparan en la necesaria libertad, son como los lobos de zoológico que olvidaron el arte de cazar. Espero que los cubanos no añoremos al carcelero. Tengo esperanza que, al igual que el simpático personaje de Vampiros en la Habana, una llamada a la esencia del ser humano haga emanar lo que simplemente está dentro de nosotros.
viernes, 1 de enero de 2010
Saludos.
Sr. and Sra. Kovacs
Comunicado.
Hoy, si la curda les deja notarlo, es primero de enero y asómbrense de algo: Cuba sigue bajo el dominio de los Castro. Parece que fue ayer, ha sido apenas medio siglo más uno. Como olvidar a Batista huyendo, qué clase de descarado, nos acaballó heavy, se fue a vivir a otra islita en el Caribe y nos dejó con el muerto del loco de Birán. ¡Que gran ejemplo de anticomunismo! Nada, que el Funge se la olía.
Por nuestras pupilas pasan esas imágenes que vimos en blanco y negro, aunque sin Almeida solo hubiésemos visto el blanco. El pueblo concienzudo y racional rompiendo parquímetros y máquinas de juego de los casinos instalados en los hoteles. Años después, en el verano de 1994, también el pueblo – aún mas concienzudo – quiso recordar aquellos actos y la emprendió a pedradas, palazos, botellazos contra los mismos hoteles. Era increíble ver como la policía, ahora revolucionaria, intervenía ante tanto fervor popular. Igual que entonces la mayoría gritaba ¡Libertad! ¡Libertad!, rememorando, claro, lo que se necesitaba en el año 59.
En aquel inicio de año del 59 muchos rápidamente cogieron sus botes y se marcharon. Veinte y un años después – en el año 80 para los que estén muy borrachos o para los que los educó un maestro emergente -el pueblo rememoró tal hazaña y 125.000 cubanos hicieron lo mismo. La única diferencia era que los que antes se fueron en sus botes ahora regresaban a buscar a los nuevos navegantes.
Como olvidar la estatización de la pequeña empresa cubana, todo un ejemplo de sapiencia y conocimiento económico. Años después la cúpula revolucionaria ante el azote del hambre (la peste, la guerra y la muerte ya se habían exiliado) decidió permitir el resurgir de aquella pequeña empresa. Los paladares fueron un oasis intestinal en medio de tanto alimento ideológico. Dios es testigo que no era tarde para tal intento, ricos manjares eran comercializados a sólo 80 pesos cubanos. Cuánta equidad, a ningún adinerado de entonces le faltó el rico bistec de puerco.
Son tantos años, tantas despedidas, tantos discursos. Una loca zafra malograda, una economía en bancarrota, Cuba como parte vital de la alimentación de los tiburones, cuantos éxitos. Un escándalo de narcotráfico justo ante la caída del muro de Berlín (oportuna casualidad), el sistema económico en manos del outsourcing. Esta revolución ha sido capaz de contraer la natalidad como un país del mundo más allá del primero. En la isla solo viven viejos, hemos logrado resolver los problemas de la juventud enviándolos a vivir al extranjero. Por eso celebremos, porque somos una nación internacional, un país dividido, porque nos seguimos riendo.
Vivan las remesas, vivan las jineteras, viva la corrupción, viva el oportunismo, sin ellos perdemos nuestra razón de ser. Poder o Muerte, divisas seguiremos recibiendo.